El Águila remonta el vuelo...

"Si la razón hace al hombre, el sentimiento le conduce"






sábado, 17 de mayo de 2014

Paz Interior




En cierto concurso de dibujo cuyo tema era la paz, abundaban las imágenes  que representaban dulces amaneceres, apacibles ocasos, prados soñolientos... Sin embargo, el premio fue otorgado a un cuadro que mostraba una furiosa catarata que se precipitaba por un acantilado provocando densas nubes de espuma y vapor que se desvanecían a la altura de la rama de un árbol, donde un petirrojo había construido su nido y parecía gorjear alegremente...
Es cierto que la vida es una tensión constante entre opuestos. Bien y mal, salud y enfermedadpaz y lucha. Pero podemos trascender esta eterna dicotomía siguiendo el ejemplo del petirrojo, que no solo encuentra la tranquilidad situándose por encima del obstáculo sino que, además, sabe sacar provecho del mismo. Y es que, dado que para estar en armonía con nosotros mismos es imposible eliminar todos nuestros problemas y vivir para siempre en nuestro extremo favorito, la única opción positiva, realista y práctica es alzarnos sobre nuestra circunstancia y extraer algún beneficio de ellas.
AJUSTAR EL TERMOSTATO INTERIOR DE LA TRANQUILIDAD.
Aunque  nos cueste creerlo, la paz es nuestro estado natural y por muchas tensiones que debamos o elijamos soportar, tenemos un termostato interior que intenta devolvernos a ese estado de serenidad perdida. Somos, en ese sentido, como gomas elásticas, que, en cuanto se sueltan, recuperan su estado inicial de relajación. El problema surge cuando la goma se tensa tanto que “olvida” su estado natural y se “da de sí” sin remedio...
Para recuperar la paz perdida debemos ajustar nuestro termostato interno, así como el termostato de la calefacción se desactiva cuando en el hogar se alcanza una temperatura confortable, y vuelve a activarse cuando empieza a sentirse el frío. Nuestro termostato es la mente y debemos conocerla a fondo para saber cuándo es mejor que funcione de manera activa, a pleno rendimiento, y en qué momentos resulta más beneficioso para nosotros su presencia pasiva.
Nuestra mente “Activa” o “patente” es la que conocemos mejor y con la que nos identificamos más porque está al servicio de nuestros objetivos materiales. Pero también podemos ponerla a merced demuestra metas más espirituales para que nos ayuda alcanzar la serenidad que tanto necesitamos. Este tipo de Actividad  mental nos ofrece la oportunidad de convertir nuestros deseos en objetivos concretos y nos permite valorar todas las opciones posibles para lograrlos. De esta manera, ponemos en marcha todos nuestros recursos internos y, cuando nos topamos con los inevitables obstáculos y con nuestros miedos de siempre, somos capaces de reconocerlos y afrontarlos sin demora.
Nuestra mente activa vendría a confirmar la idea de Gandhi de que “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”. Según estas palabras, solo podemos alcanzar la calma si nos decantamos, de manera activa y consciente, por la paz en cada uno de nuestros actos, tanto en el quehacer de nuestra vida cotidiana como en aquellas situaciones que nos puedan resultar adversas.
En nuestra vida cotidiana existen dos factores que pueden actuar tanto a nuestro favor como en nuestra contra a la hora de recuperar la paz perdida el espacio y el tiempo, las dos dimensiones donde tiene lugar la vida.
LAS DIMENSIONES DE NUESTRA EXISTENCIA: ESPACIO Y TIEMPO.
         
Sea como sea, lo cierto es que para recobrar la calma resulta de gran ayuda ampliar nuestro espacio vital. Y para ello debemos rodearnos, a la manera de Platón, de todo aquello que es “bello”, “verdadero” y “bueno”, en su sentido más profundo. Esto no quiere decir que nos obcequemos en perseguir lugares hermosos y personas honestas, sino que se trata de abrirnos a la belleza que nos rodea y de captar lo bueno y lo auténtico que reside en todas las personas. Desde luego que si no nos sentimos a gusto donde estamos, es fantástico ampliar nuestro espacio buscando lugares mejores, pero esta búsqueda no debe llevarnos a despreciar lo que ya tenemos delante de nuestros ojos.
Por su parte, nuestra relación con el tiempo es, como poco, conflictiva. El día tiene las mismas horas para todos y el reloj parece trabajar al servicio de unos y en contra de otros. Pero, ¿Dónde está el secreto? Vale la pena plantearse si aceptaríamos el desafío de hacer menos cosas, hacerlas más despacio o no hacerlas todas con ese grado de perfeccionismo que raya la obsesión. Porque aunque solemos  propagar a los cuatro vientos lo felices que seríamos sin obligaciones, lo cierto es que estamos tan apegados a ellas que, si nos las arrebataran, sentiríamos que nos quitan algo más que un peso de encima. Porque, por un lado, las obligaciones, aunque suene paradójico, nos confieren importancia y hacen que nos sintamos imprescindibles. Y los deseos desmedidos por el otro, nos someten a un yugo del que es difícil escapar, porque somos al mismo tiempo, bueyes y arrieros.
Saber renunciar a ciertas obligaciones y a ciertos deseos, así como averiguar nuestras verdaderas necesidades, nos aportará una ración extra de tiempo. Un tiempo en el que aflorará la paz que, de manera natural, llevamos dentro y en el que disfrutaremos de un yo mucho menos exigente, pero, ¿quién sabe? mucho más dichoso.
DESPRENDER SIEMPRE LA MEJOR ESENCIA.
Como hemos dicho antes, nuestra mente activa puede elegir conscientemente la paz en todos nuestros actos, tanto en los de la vida cotidiana como en situaciones de especial adversidad. Para ilustrar este último caso, podemos recordar una breve historia. Cuentan que una joven fue a ver a su madre para contarle lo difícil que le resultaba sobrellevar los problemas cotidianos de su vida y la cansada con estaba de luchar. Sin decir nada, su madre llenó de agua tres cacerolas y las puso  hervir, llenando cada una de ellas con zanahorias, huevos y granos de café respectivamente. Pasados unos minutos, colocó cada alimento en un recipiente distinto y su hija, sin entender, le preguntó qué significaba todo aquello.
La madre le explicó a su hija que cada uno de esos alimentos había experimentado la misma adversidad, el agua hirviendo pero cada uno había reaccionado de forma bien distinta. La zanahoria había entrado fuerte, dura e implacable pero, por efecto del agua hirviendo, se había ablandado. El huevo era frágil, pero tras hervirlo, su interior se había endurecido. Los granos de café, por su parte eran especiales porque, después de permanecer en el agua hirviendo, la habían transformado, desplegando en ella todo su aroma y sabor... “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cuál de ellos eres tú?”.
Ya sabemos como funciona nuestra mente activa, cómo se pone en marcha nuestro termostatomental. Pero tan importante es saber encenderlo como poder desactivarlo cuando es necesario, a sabiendas de que así obtendremos mejores resultados. Porque, ¿de qué sirve tener encendida la calefacción durante horas si ya alcanzamos la temperatura deseada? Solo para dos cosas para sofocarnos y para despilfarrar energía.
Del mismo modo, utilizar solo la mente activa que alcanzar el estado que deseamos puede volverse en nuestra contra, agobiándonos y desgastándonos de un modo absurdo. Esto es especialmente importante cuando la adversidad incluye elementos que escapan a nuestro control.
Por todo esto, debemos aprender a sacar partido de nuestra mente pasiva o latente. Así como la mente activa nos ayudaba a extraer beneficios de las nubes de vapor que emanaban de la catarata, la mente pasiva nos ayuda a alcanzar la serenidad a vista de pájaro, situándonos por encima del obstáculo.¿Y cómo podemos conseguirlo? Pues deteniendo el pensamiento. Algo fácil de decir y no tan fácil de hacer.
“APAGAR TODOS LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS”.
Lo primero que podemos hacer es aceptar por completo la idea de que cuando ya no podemos hacer nada más ante la adversidad, nuestra mente funciona mejor en estado de “hibernación”. Así se mantiene más fresca, oxigenada y equilibrada.
Y lo segundo es permanecer atentos a los pensamientos obsesivos y destructivos que revolotean sobre nosotros, para decidir ignorarlos a conciencia, sin prestarles la más mínima atención. No es sencillo, pero con un poco de práctica y tratando de que las tareas presentes y otras distracciones absorban nuestra atención, podemos llegar a vivir más serenos y centrados en el aquí y ahora, aunque el problema que nos preocupa aún no se haya resuelto.
Es una cuestión permanente práctica si no podemos pensar nada positivo respecto a aquello que nos preocupa, intentemos no pensar en ello en absoluto. Así, la energía que emitimos por lo menos no será negativa sino, simplemente, neutra.
Esta técnica nos ayuda a relativizar los problemas, a poder observaros con “otros ojos” y, sobre todo, a desapegarnos saludablemente de ellos. Asimismo, nos muestra todo el exterior como un escenario que es tan complejo como cambiante. Un lugar donde nuestra esencia permanece atento, paciente y a salvo de la tormenta que, sin duda, terminará por amainar.

Antonio Gaudí

“La creación prosigue incesantemente a través del hombre. Pero, el hombre no crea, descubre el color que buscan las leyes de la naturaleza para bajar su ser de la nueva obra son colaboraciones del creador. Quién copia no colabora, porque, la originalidad consiste en retornar a los origines.”

“Cuando las formas son más perfectas, exigen menos adornos”

“La imitación de los estilos implica necesariamente una decoración superflua, los estilos simples, al contrario, tienen una buena estructura”.

“La elegancia es hermana de la pobreza, pero no se debe confundir la pobreza con la miseria.”

“La cualidad ideal del la obra de arte es la armonía, que en el arte plástica nace de la luz que decora y da relieve. La arquitectura es la disposición de la luz”

  1. Gaudí

Parque Guel

Parque Guel
El parque Güel, fue construido con la idea de realizar una urbanización de casas de familia destinada a la clase media de la época. El proyecto no tuvo éxito y hoy es el parque municipal. En la foto, la entrada principal. (Barcelona)


Uno de los pabellones de entrada al parque Güel destinado a la administración. En éste se conjugan los elementos básicos que Gaudí escogió para la construcción del parque.

Varias imágenes de las entradas elevadas que recorren el parque. Decoración vegetal e mineral, integración de la naturaleza en una ciudad jardín, el gran propósito de Antonio Gaudí.

Pabellón de entrada al parque Güel y cumbre de las dobles cruces gaudianas.