Te busco
Desde hace catorce años, que te busco.
Ocurrió en el mes de Octubre de 1996, habían comenzado las clases en la Universidad , mi hija hacia el segundo año de carrera.
Ella tenía una pequeña moto de poca cilindrada, tenía 19 años, ese día volvía en su moto de la Universidad, para luego ir a clases de idiomas después de comer.
Llevaba casco blanco, vaqueros y una camiseta sin mangas.
La viste, tu casi un viejo con un cochazo, te acercaste con tu coche demasiado a ella, lo hiciste adrede viendo que era una muchacha, guapa, muy guapa, era en un semáforo, allí tuviste que parar y lo hiciste muy cerca de ella.
En el momento que abrió el semáforo arrancaste el coche y con el espejo retrovisor la enganchaste y la tiraste al suelo.
Yo estaba en casa, pero mi alma no estaba conmigo, sentada en mi tresillo, no se qué me pasó, si ví, percibí o fue todo a la vez, me levante de un salto diciendo, Dios mio, ¡mi hija nooo!, ¡mi hija noo!.
No sabes el daño tan grande que hiciste a esa muchacha y a mi, que como si estuviera enjaulada me paseaba por la casa desesperada, deseando volver a saber de mi hija y qué había pasado.
Tú saliste de tu cochazo de varios millones, y en vez de ir a ayudarla lo que hiciste fue decirle: “fue tu culpa” y te largaste bastardo.
Yo sé que lo hiciste a posta, todo, porque era joven, porque era guapa y porque creíste que a lo mejor era una pobrecilla que a lo mejor ni familia tenía. Pero craso error bastardo, era mi hija y te busco y te encontraré tarde o temprano, por que no te perdono el que no la hayas socorrido, pedirle disculpas y calmarla o llevarla a un hospital para que le curaran la herida del brazo.
No te perdono, no se quién eres, ni dónde estás, pero algún día nos veremos las caras bastardo.
