El psicólogo y escritor Walter Riso, de origen italo-argentino, nos descubre en su libro, “El camino de los sabios” las enseñanzas de los más influyentes filósofos de
Walter Riso cree que la psicología engancha con la filosofía, en el aspecto que la psicología estudia el comportamiento de la mente y tiene una relación directa con la patología, con la enfermedad y la cura, pero también con la prevención y la promoción. El trabajo de salud basado en crear en la población mentes menos vulnerables y más inmunes a las enfermedades como prevención.
La filosofía ayuda a crear estilos de vida más saludables. Cree que la filosofía de los clásicos crea un profundo y vasto espacio de reflexión guiado por preguntas y nos enseña que la mente avanza más allá de lo inmediato.
Con este conocimiento aprendemos a ser más coherentes, a tener una vida acorde, con nuestros pensamientos. Comprometerse en lo que hacemos con todo nuestro ser, cada parte de nosotros actuará unida a la otra, haciendo que se produzca una reacción en cadena, una expansión de la conciencia, lo que se entiende por “entusiasmo”.
Los filósofos hablan de “Ocuparse de uno mismo” lo que nosotros decimos “crecimiento interior”. Ocuparse de uno mismo”, que no solo consiste en quererse sino en dedicar tiempo a la vida interior y que no solo implica un proceso de aprendizaje sino también de desaprender. Se planteaban lo que tenían que hacer para ser felices, pero también de qué debían prescindir, es decir, la culpa, el miedo, las adicciones...
Las estrategias eran muchas detener el pensamiento y alcanzar la indiferencia, controlar las emociones negativas para ser imperturbables, eliminar lo superfluo y volver a lo natural; incorporar el placer a la vida cotidiana, conocerse a uno mismo, ser participe del universo...
Séneca decía: “Pregúntate al final del día si has vivido, y si la respuesta es sí, recibirás el día siguiente como una bendición”. Si no estamos atentos a la belleza, no seremos conscientes de nuestra vida.
Sócrates le pedía limosna a las estatuas y cuando le preguntaban qué hacía, contestaba que se estaba estrenando en el rechazo social. ¡Eran divertidos!
Y, al mismo tiempo, luchaban por lo que querían. Cuando Nocódromo le pegó a Crates, este se colgó un cartel en la frente que ponía: “Obra de Nicódromo” y se fue a caminar al ágora como un acto de protesta pacífico.
Los filósofos clásicos eran duros de doblegar, pero asertivos, no negociaban con sus principios básicos y defendían la autosuficiencia, el hacerse cargo de uno mismo. Lo admirable es su convencimiento de que la sabiduría es inalcanzable, es un camino... El sabio nunca se considerará sabio. Ser cada día mejor es acercarse a la pertenencia al cosmo, a un sentido de vida. Estar en un proceso permanente de cambio, vivirlo de forma intensa y sufrir cada día un poco menos.
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