Los cinco principios básicos para hacerse cargo de nuestro niño interior son muy sencillos y efectivos cuando los ponemos en práctica honestamente, con continuidad y con apertura:
1. La idea principal es vivir o conectar con ese niñito que generalmente se siente solo y abandonado para que nos diga qué necesita, para ayudarlo a expresarse, para validarlo, para que confié en sus emociones y en sí mismo. De esa forma, empezaremos a confiar en nosotros mismos.
2. Nuestro adulto interior, la parte más sana y crecida que podemos encontrar en nosotros, debe reconocer el aspecto infantil y herido del niño que nos habita y aceptarlo tal como es.
3. Debemos aprender a tratar al niño interior con un amor incondicional y mostrar una actitud tan permisiva que le permita sentirse libre para expresar sinceramente sus sentimientos.
4. Debemos respetar la forma en la que el niño herido pretende enfrentar sus problemas. Aceptar que quizás él o ella saben más que nosotros, cómo afrontar la situación y qué es lo que haya que cambiar. No se trata de dirigir las acciones sino de ser el continente que el niño necesita para poder encarar su desafío. El decide el rumbo y el adulto lo sostiene.
5. El adulto interno debe resistir sus urgencias y no forzar al niño lastimado a que solucione sus cosas ya, ni a que deje de llorar ni mucho menos, a que sea feliz ahora. Todo eso es la consecuencia de una acción, pero no su punto de referencia.Cuidar de nuestro niño interior es más que reconocer su presencia. Se trata de saber de sus necesidades y de sus reacciones frente al dolor, es amarlo y hacerse cargo de su indefensión. Mientras no lo escuchemos, seguirá reaccionando y empeorando nuestra manera de ser en el mundo, especialmente en los afectos.
Pero el niño interior se volverá adecuado y creativo si nos decidimos a dedicarle el tiempo, la atención y los cuidados que se merece। Cuando las personas se sienten validadas en su dolor, pueden expresarlo y atravesarlo; aparece entonces la alegría, la sensibilidad y la entrega.
EL ENCUENTRO DE LAS ALMAS।
Cuando podemos llevar adelante estos pasos nos relacionamos saludablemente con ese niño vulnerable y le permitimos salir a la superficie. Es entonces cuando descubrimos, a veces con sorpresa, que solamente por este camino podemos establecer verdaderos contactos íntimos con los demás, porque, nos guste o no, la vulnerabilidad y entrega del niño interior es lo que posibilita la intimidad, el encuentro de las almas
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