Son personas que suelen someterse continuamente a horarios, planificaciones y normas. Son muy ordenados y se irritan con facilidad si les cambian las cosas de sitio. Muestran una preocupación excesiva por los detalles. Tienen un elevado sentido de la moral y la disciplina, mostrándose en ocasiones intransigentes con los planteamientos de sus semejantes. Manifiestan una gran conciencia jerárquica, siendo muy responsables con los cargos que están por encima de ellos y exigentes con los que están por debajo.
En los conflictos interpersonales se muestran obstinados en la defensa de sus planteamientos, y les cuesta mucho realizar concesiones al punto de vista del otro, tendiendo al control, sobre todo racional, de la otra persona.
El pensamiento de las personas rígidas suele ser dicotómico, tienden a ver las cosas blancas o negras, buenas o malas, por lo que les resulta complicado encontrar el punto medio. En sus hábitos también se puede apreciar las particularidades de su personalidad, ya que suelen ir siempre a los mismos sitios, comer las mismas comidas, realizar los mismos trayectos, seguir con los rituales de costumbre...
Nuestra mentalidad se forma desde la infancia y concebimos en gran medida nuestra visión del mundo. Una mentalidad que, en ocasiones, se sustenta en esquemas de pensamiento rígidos, dando lugar a formas de sentir y proceder limitantes, tanto con uno mismo como con los demás. Una de las características de la personalidad de los genios es su gran flexibilidad cognitiva.
Pero, ¿por qué nos asusta ser más abiertos? Podemos decir, que el objetivo principal de la rigidez del pensamiento es hacernos sentir seguros ante la creencia de que lo tenemos todo controlado. Por eso, la apertura a la experiencia y la novedad es vivida como un riesgo.
¿Qué podemos hacer para liberarnos de la rigidez? Cada persona posee una percepción subjetiva del mundo que es una parcela de esta realidad que nos rodea. Si somos capaces de escuchar la verdad de nuestra pareja, de nuestros hijos y amigos; si nos interesamos por comprenderlos y ver la vida desde su óptica, si nos abrimos a otros pueblos y culturas con sinceridad y respeto, entonces alcanzaremos un entendimiento más amplio y completo, lejos de perder nuestra identidad o verdad del mundo.
Las actitudes rígidas nos llevan a una lucha estéril por convencer, dominar y controlar, tanto a los otros como a nosotros mismos. Pero si aprendemos a flexibilizarnos, nos podremos unir a nuestros prójimos en la búsqueda de una verdad más elevada, lo cual nos convertirá en seres más sabios, confiados, cercanos, respetuosos y solidarios. Este es el arte de convertirse en persona.
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